miércoles, 25 de enero de 2012

Reflexion...


Samuel 18: 24…

Mientras tanto, David se hallaba sentado en el pasadizo que está entre las dos *puertas de la ciudad. El centinela, que había subido al muro de la puerta, alzó la vista y vio a un hombre que corría solo.25 Cuando el centinela se lo anunció al rey, éste comentó:

—Si viene solo, debe de traer buenas noticias.

Pero mientras el hombre seguía corriendo y se acercaba,26 el centinela se dio cuenta de que otro hombre corría detrás de él, así que le anunció al guarda de la puerta:

—¡Por ahí viene otro hombre corriendo solo!

—Ése también debe de traer buenas noticias —dijo el rey.
27 El centinela añadió:

—Me parece que el primero corre como Ajimaz hijo de Sadoc.

—Es un buen hombre —comentó el rey—; seguro que trae buenas noticias.
28 Ajimaz llegó y saludó al rey postrándose rostro en tierra, y le dijo:

—¡Bendito sea el Señor, Dios de Su Majestad, pues nos ha entregado a los que se habían rebelado en contra suya!
29 —¿Y está bien el joven Absalón? —preguntó el rey.

Ajimaz respondió:

—En el momento en que tu siervo Joab me enviaba, vi que se armó un gran alboroto, pero no pude saber lo que pasaba.
30 —Pasa y quédate ahí —le dijo el rey.

Ajimaz se hizo a un lado.31 Entonces llegó el cusita y anunció:

—Le traigo buenas noticias a Su Majestad. El Señor lo ha librado hoy de todos los que se habían rebelado en contra suya.
32 —¿Y está bien el joven Absalón? —preguntó el rey.

El cusita contestó:

—¡Que sufran como ese joven los enemigos de Su Majestad, y todos los que intentan hacerle mal!
33 Al oír esto, el rey se estremeció; y mientras subía al cuarto que está encima de la puerta, lloraba y decía: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!»





2 Samuel 19

1 Avisaron a Joab que el rey estaba llorando amargamente por Absalón.2 Cuando las tropas se enteraron de que el rey estaba afligido por causa de su hijo, la victoria de aquel día se convirtió en duelo para todo el ejército.3 Por eso las tropas entraron en la ciudad furtivamente, como lo hace un ejército abochornado por haber huido del combate.4 Pero el rey, cubriéndose la cara, seguía gritando a voz en cuello: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!»
5 Entonces Joab fue adonde estaba el rey y le dijo: «Hoy Su Majestad ha llenado de vergüenza a todos sus siervos que le salvaron la *vida, y la de sus hijos e hijas y esposas y concubinas.6 ¡Usted ama a quienes lo odian, y odia a quienes lo aman! Hoy ha dejado muy en claro que nada le importan sus generales ni sus soldados. Ahora me doy cuenta de que usted preferiría que todos nosotros estuviéramos muertos, con tal de que Absalón siguiera con vida.7 ¡Vamos! ¡Salga usted y anime a sus tropas! Si no lo hace, juro por el Señor que para esta noche ni un solo soldado se quedará con usted. ¡Y eso sería peor que todas las calamidades que Su Majestad ha sufrido desde su juventud hasta ahora!»
8 Ante esto, el rey se levantó y fue a sentarse junto a la puerta de la ciudad. Cuando los soldados lo supieron, fueron todos a presentarse ante él.



Este pasaje me ha hecho reflexionar en cómo somos, Dios nos ha provisto de Libertad espiritual y nosotros muchas veces lloramos por cosas pasadas.

Nos entristecemos al igual que David, recordando situaciones que nos causaron dolor, que nos provocaron daño, relaciones rotas sobre las cuales el enojo, las palabras hirientes se enseñorearon y que nos dejaron muy mal.

Al conocer la verdad, el cual es Jesucristo, él nos libró de todos los pesares, males y faltas que habíamos cometido, su sacrificio perfecto nos dio la posibilidad de reconciliarnos con Dios, pero muchas veces lloramos y nos entristecemos por el pasado y vivimos en función de recordar tradiciones, traiciones, situaciones que ya pasaron, las cuales no nos hicieron bien.

Al igual que David, muchas veces dañamos a quienes están más cerca de nosotros con nuestras actitudes, palabras y acciones. No nos damos cuenta que son ellos los que ahí han estado en todo momento para sostener nuestros brazos, alentarnos, guardar silencio y solo acompañarnos en los momentos de dolor, cuándo todos se han ido, son los más cercanos quienes quedan con nosotros y es a ellos a quienes no reconocemos a tiempo.

EL HOY es el que tenemos para reconocer y dar gracias a  quienes están junto a nosotros. No estamos exentos de cometer errores, pero debemos pedir perdón cuando ofendemos, las cosas se arreglan diciendo las cosas a tiempo. No esperemos tener cargado nuestro arsenal para estallar, si las situaciones las aclaráramos en el tiempo debido, se evitarían muchas relaciones rotas y corazones dañados.

Demudémonos pues de todo lo pasado que nos agobia y de situaciones que fueron y al seguir recordándolas no nos traen ningún beneficio.

Comencemos a vivir en la Libertad que Cristo nos ha dado. Cuidemos de quienes tenemos cerca, porque en el momento difícil serán ellos que pelearan junto a nosotros, nos defenderán, acompañaran y alentaran para seguir adelante.

Nuestro reconocimiento sincero, una palabra amable, un gracias a tiempo es un bálsamo para aquellos que sólo anhelan nuestro bien.

Si nos diéramos cuenta a tiempo que Amar no sólo son palabras sino que esto es ACCION y fuéramos menos egoístas, siguiendo las pisadas de JESUS, nuestras relaciones familiares, se tornarían un oasis de paz.

Para terminar decirles que las historias escritas en la Biblia son situaciones en las cuales debemos reflexionar, porque ellas nos dan enseñanzas claras para conducir nuestras vidas y hacer de ellas una bendición.



Pastora Ema Soto

ICCI FILADELFIA Enero de 2012