Nuestra sociedad está confundida en cuanto al significado del amor. Mucho de lo que se ve en las películas y la televisión no es más que lujuria o pasión. A menudo se basa en la búsqueda de satisfacción física más que en los principios de la Palabra de Dios. Lo cual contrasta con la manera en que el Señor nos llama a vivir —a dejar que el Espíritu Santo, en vez de nuestras inclinaciones naturales, nos controle.
El apóstol Pablo hace una maravillosa descripción del amor en 1 Corintios 13, y en el pasaje de hoy vemos que estos conceptos no eran simples palabras para él. Pablo demostró esta clase de amor por la manera en que interactuaba con los creyentes en Tesalónica. Su amor fue dado...
CON GENEROSIDAD (1 Ts 2.5). Pablo dispensaba a los tesalonicenses lo que más necesitaban: el evangelio, que podía salvar sus almas. Además, no predicaba con fines de lucro ni trataba de manipular a las personas con halagos.
CON HUMILDAD (v. 6). Su meta era la salvación de ellos y la gloria de Dios, no el provecho personal.
CON ABNEGACIÓN (v. 7). El servicio de Pablo a estos creyentes era tan abnegado como el tierno cuidado de una madre por su bebé.
CON AFECTO (v. 8). Su amor era también muy personal y cálido. No solo les dio el evangelio, sino que también se dio a sí mismo.
CON SACRIFICIO (v. 9). Pablo sufrió de buena gana dificultades, y trabajaba largas horas para no ser una carga económica para ellos.
Debemos mostrar amor a los demás de una manera que contraste con el tipo de amor que promueve el mundo. Debe ofrecerse sin reservas, sin pensar en las conveniencias, el costo, o lo que se pueda conseguir.
Tomado de Revista en contacto ejemplar Julio 2019