Cristo dejó atrás de forma voluntaria su divinidad, y asumió por el bien nuestro las limitaciones humanas. El mismo vino a rescatar a sus ovejas perdidas y cumplió de sta manera lo dicho por Isaias y Jeremías. 2 Corintios 8.9 nos dice que se hizo pobre para que pudiéramos tener las riquezas de la gracia. Como resultado, somos...
Elegidos. Dios nos hizo parte de su plan desde el principio. Deut. 18:15-18/ Efesios 1:5 Nos eligió para pertenecer a Él, aunque no lo mereciéramos, nos hizo parte de su pueblo, ya que al creer en Yahshua somos injertados en el olivo verdadero y somos ciudadanos de Israel Romanos 11/Efesios 2.
Redimidos. Cristo pagó el precio para redimirnos del pecado de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del mismo. El precio de nuestra redención fue su sangre preciosa, derramada en la cruz 1 Pedro 1:18-19, para hacer de nosotros un reino de sacerdotes para YHVH, los cuales obedecemos sus mandamientos y guardamos el testimonio de Jesucristo. Apoc. 12:17/ Apoc. 20:4/ Daniel 9:4/ Salmos 119:4,63,168.
Justificados. Todos somos culpables de desobedecer a Dios. Sin embargo, cuando confiamos en Cristo como Salvador personal, Dios nos declara inocentes y nos libra del pecado que merecíamos Romanos 3:23-24, para que podamos ser santos y demos testimonio de Jesucristo y obedezcamos sus instrucciones. Mateo 5:17-20/ Deut. 5:1-21.
Reconciliados. Debido a nuestro pecado, estábamos en conflicto con Dios. Por medio de Cristo, hemos hecho las paces con Él 2 Corintios 5:18.
Perdonados. Dios ya ha perdonado todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros; es un “hecho consumado”. La confesión continua y el arrepentimiento nos mantienen en comunión estrecha con Él 1 Juan 1:7-9.
Libres del pecado. La Ley nos fue dada para que entendiéramos las normas de Dios, nuestra incapacidad para guardarlas y nuestra necesidad de un Salvador. Cristo cumplió la ley, y su sacrificio cuenta a nuestro favor. Somos, pues, libres de buscar la santidad sin temor al castigo cuando fallamos Romanos 8:1-4.
Las riquezas verdaderas son de naturaleza espiritual, y la gracia nos ha hecho ricos. No olvidemos nunca estas grandiosas razones para estar agradecidos.
Recuerde que la gracia es un regalo inmerecido y esta gracia nos es dada para que obedezcamos los mandamientos de nuestro Padre Celestial.